Sus obras son varias, y podemos decir que son tres grandes grupos: su poesía lírica, donde se incluye (según la clasificación de Carlos Gándara Durán[1]) los poemas “San Juan”, “Al volcán de agua” y el más conocido es “Yo pienso en ti”:
Yo pienso en ti, tú vives en mi mente,
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.
En mi lóbrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de la luz que el sol envía
a través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de la luz que el sol envía
a través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.
Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de su nombre suena.
mi corazón se embarga y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de su nombre suena.
Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme, en ciego frenesí,
sin proferir un sólo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
y pienso en ti.
sin agitarme, en ciego frenesí,
sin proferir un sólo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
y pienso en ti.
También escribió poemas narrativos con cierto aire de sátira, los cuales son Don pablo y El Relox, los dos juntos en un volumen llamado Tradiciones de Guatemala. Y, finalmente, algunas traducciones de poetas europeos como Horacio (A Pirra, A Leucone) y Bernard (Tendre fruit des pleurs de l’Aurore).
Las principales características de los poemas de Batres Montúfar son:
Nacionalismo
Nacionalismo
¡Oh Patria! ¡Cara Patria! Disimula
Si tus llagas no riego con mi llanto;
Mas ya mis ojos cóncavos y huecos
A fuerza de llorar quedaron secos.
San Andrés Xecul en Totonicapán, Guatemala |
La exaltación de las pasiones:
Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de su nombre suena.
mi corazón se embarga y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de su nombre suena.
La naturaleza como el espacio donde se desarrolla la poesía. Para ejemplificar este rasgo me gustaría colocar el poema completo de “Al volcán de agua”:
Volcán de Agua |
Sobre la gran muralla americana
altivo torreón, vecino al cielo,
su cúspide levanta soberana,
a do jamás osó llevar su vuelo
la reina de las aves atrevida
que en la cuna de Júpiter anida.
Gigante es Almolonga entre los montes,
fuerte, soberbio, grande entre los grandes
¡Cuál domina millares de horizontes!
¡Cómo huella la cumbre de los Andes!
¡Cómo mira a su falda avasalladas,
de cien montes las cimas encumbradas!
Cuando animado el pensador profundo
de la sublime inspiración divina
quiere ver a sus pies el ancho mundo
y al vértice elevado se encamina,
¡cómo va sus ideas ensalzando
al par que va subiendo y va mirando!
Allá en su patria misma el fiero rayo
oye bronco tronar bajo su planta:
y el sol que el monte hiere de soslayo
y la nube que lenta se levanta,
y su sombra contempla, que distinta
cual espectro en la atmósfera se pinta.
Verde, risueña, alegre, la campaña
que mil arroyos cruzan argentinos
divisa, y la ciudad y la cabaña,
y el cerro con sus bosques y sus pinos,
el lago de cristal, la fértil vega
y el río transparente que la riega.
Mira a un lado el Océano poderoso
cuyas ondas azules va lamiendo
la inmóvil planta al terrenal coloso.
Al Izalco, por otro mira ardiendo,
y allá en una comarca más distante
el Momotombo mira fulminante.
Y sin saciar su vista ni su mente
por estrecho sendero y escarpado
baja de la montaña lentamente
el sabio a sus ideas entregado;
tal virtud, tal poder, tal fuerza encierra
¡aquel gran monumento de la tierra!
Se vuelve y ve de la montaña erguida
en la cintura atlética azulada
cándida zona en derredor ceñida,
y la sublime cúpula adornada
de suspendida nubecilla leve
deshecha y pura y blanca como nieve.
Y el filósofo en éxtasis admira
las obras portentosas de natura
y quiere comprenderlas y suspira
al ver su presunción y su locura;
y su saber y su razón humilla
ante el autor de tanta maravilla.
altivo torreón, vecino al cielo,
su cúspide levanta soberana,
a do jamás osó llevar su vuelo
la reina de las aves atrevida
que en la cuna de Júpiter anida.
Gigante es Almolonga entre los montes,
fuerte, soberbio, grande entre los grandes
¡Cuál domina millares de horizontes!
¡Cómo huella la cumbre de los Andes!
¡Cómo mira a su falda avasalladas,
de cien montes las cimas encumbradas!
Cuando animado el pensador profundo
de la sublime inspiración divina
quiere ver a sus pies el ancho mundo
y al vértice elevado se encamina,
¡cómo va sus ideas ensalzando
al par que va subiendo y va mirando!
Allá en su patria misma el fiero rayo
oye bronco tronar bajo su planta:
y el sol que el monte hiere de soslayo
y la nube que lenta se levanta,
y su sombra contempla, que distinta
cual espectro en la atmósfera se pinta.
Verde, risueña, alegre, la campaña
que mil arroyos cruzan argentinos
divisa, y la ciudad y la cabaña,
y el cerro con sus bosques y sus pinos,
el lago de cristal, la fértil vega
y el río transparente que la riega.
Mira a un lado el Océano poderoso
cuyas ondas azules va lamiendo
la inmóvil planta al terrenal coloso.
Al Izalco, por otro mira ardiendo,
y allá en una comarca más distante
el Momotombo mira fulminante.
Y sin saciar su vista ni su mente
por estrecho sendero y escarpado
baja de la montaña lentamente
el sabio a sus ideas entregado;
tal virtud, tal poder, tal fuerza encierra
¡aquel gran monumento de la tierra!
Se vuelve y ve de la montaña erguida
en la cintura atlética azulada
cándida zona en derredor ceñida,
y la sublime cúpula adornada
de suspendida nubecilla leve
deshecha y pura y blanca como nieve.
Y el filósofo en éxtasis admira
las obras portentosas de natura
y quiere comprenderlas y suspira
al ver su presunción y su locura;
y su saber y su razón humilla
ante el autor de tanta maravilla.
Luego exclama el filósofo admirado:
“¿Veis ese monte altivo y desmedido
“que tantísimos siglos ha pasado
“grande, soberbio, silencioso, erguido,
“cuál monarca del norte de los andes?
“pues ahí cerca hay otros dos grandes”
No es extraño que los poetas del siglo XIX se dedicaran a traducir poemas de otros escritores versificando la traducción, pues es una costumbre que se realizó mucho en esta época. José Batres hizo imitaciones de otros escritores e incluso hizo nuevas versiones, como su poema “Cuento” que está basado en “L’Epousée du temps passé” de Edme Boursault (1638-1701) dramaturgo francés que se desarrolló en el teatro satírico.
A continuación el poema "Cuento" leído por Berta Singerman y abajo el poema escrito
"Cuento"
A continuación el poema "Cuento" leído por Berta Singerman y abajo el poema escrito
"Cuento"
Una vieja soltera se moría
y sin cesar pedía
al confesor que estába cerca de ella
la palma y la corona de doncella;
y su afán era tanto
que era capaz de impacientar a un santo,
aunque no lo mostrase el padre cura,
hombre muy ponderable de dulzura.
Una de tantas veces, sin embargo,
que estába repitiendole el encargo
nuestra virgen anciana
por centésima vez en la mañana,
aburrido el pastor de aquella tema
a la vieja le dijo con gran flema:
"Mire, Tía Pascuala, que la cosa
es algo peligrosa,
pues si su doncellez no es verdadera,
y la van a enterrar de ésta manera
cubierta con insignias virginales,
el menor de sus males
será ir al infierno en cuerpo y alma
tan sólo por la culpa de la palma;
mírese bien en ello, madre mía,
y no le salga cara su porfía."
"El Señor, le responde, me és testigo
que no reza conmigo
éso que usted acaba de decirme.
¡Si por algo no temo yo el morirme...!
Ello...en fin...es del todo...indiferente,
Pero...mejor será...porque la gente
no vea...vanidad en mi persona,
que me entierren sin palma ni corona".
y sin cesar pedía
al confesor que estába cerca de ella
la palma y la corona de doncella;
y su afán era tanto
que era capaz de impacientar a un santo,
aunque no lo mostrase el padre cura,
hombre muy ponderable de dulzura.
Una de tantas veces, sin embargo,
que estába repitiendole el encargo
nuestra virgen anciana
por centésima vez en la mañana,
aburrido el pastor de aquella tema
a la vieja le dijo con gran flema:
"Mire, Tía Pascuala, que la cosa
es algo peligrosa,
pues si su doncellez no es verdadera,
y la van a enterrar de ésta manera
cubierta con insignias virginales,
el menor de sus males
será ir al infierno en cuerpo y alma
tan sólo por la culpa de la palma;
mírese bien en ello, madre mía,
y no le salga cara su porfía."
"El Señor, le responde, me és testigo
que no reza conmigo
éso que usted acaba de decirme.
¡Si por algo no temo yo el morirme...!
Ello...en fin...es del todo...indiferente,
Pero...mejor será...porque la gente
no vea...vanidad en mi persona,
que me entierren sin palma ni corona".
No cabe duda que José Batres Montúfar juega un papel importante para la literatura latinoamericana, especialmente para aquellos poetas que se están iniciando en el movimiento del romanticismo. Además de reflejar sus propios sentimientos en sus poemas, hizo un retrato de su sociedad y cultura dentro de sus Tradiciones de Guatemala, con lo cual pasará a la historia de la narración en verso de Latinoamérica.
Muchos críticos lo han elogiado, y quiero compartir algunas citas de esos críticos que he extraído del libro Poesía de José Batres Montúfar, una edición conmemorativa por el centenario de su muerte.
“Es imposible no conmoverse al leer algunos de esos versos que quizá revelan una historia, que llevan tal vez una decepción, en los cuales sabe uno que está pintada la pérdida de una ilusión, la muerte de una esperanza.” José Milla. Guatemala, 20 de septiembre de 1845. Fragmentos del prólogo de la primera edición de sus poemas.
“Don José Batres Montúfar es la verdadera gloria poética de Guatemala. […] Batres debe la gloria , no a sus escasos versos líricos que, sin ser despreciables, nada tienen de particular (exceptuando, si acaso, por su carácter íntimo, el famoso Yo pienso en ti, que quizá ha sido elogiado en demasía) sino a tres grandes cuentos alegres y livianos, que llamó sin duda por broma Tradiciones de Guatemala” Marcelino Menéndez y Pelayo. Santander, 2 de septiembre de 1892.
“Él [Batres Montúfar] pintó un desierto en estrofas que secan y queman. Pintó un volcán en versos que levantan y dan brío. Pintó un muerto de amores, dignamente doliente, en unos breves versos que todos saben, que todos admiran, que son muy sencillos, que son muy grandes, que los extraños copian: Yo pienso en ti.” José Martí. De su libro Guatemala, México, diciembre, 1877.
“No cabe duda que Batres Montúfar, es en su género, uno de los mejores poetas del habla castellana, así por su estilo suelto como por su amplio dominio de la rima, por lo que pudiéramos llamas sus caprichos métricos, y por ese inimitable estilo descriptivo, que muy pocos pueden igualar.” Juan Valera. Cartas Americanas.
Para saber más de José Batres Montúfar pueden revisar las obras completas de Menéndez Pelayo en su tomos de Historia de la poesía latinoamericana que pueden encontrar aquí.
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